Como médica veterinaria homeópata luego de varios años de practicar clínica de animales de compañía, me he ido encontrando con situaciones que se repiten en las historias de los pacientes y similitudes entre los contextos en que tales hechos se presentan. Estas apreciaciones me han permitido arribar a conclusiones partiendo de la experiencia clínica. Este método inductivo, que nace a partir de fenómenos particulares, es de gran ayuda para encontrar patrones generales. Cada historia clínica es un tesoro por descubrir, un misterio por develar o un viaje por transitar. Las limitaciones propias del enfermo no parlante, o de un guardián poco expresivo son algunos de los inconvenientes que se pueden encontrar para comprender lo que le sucede al compañero animal. En este escenario se desarrolla la consulta, haciéndose necesario despertar una mayor observación del profesional veterinario actuante, fundamental para dilucidar la historia clínica y comprender en profundidad el padecimiento de su paciente. Las llaves similares pueden abrir una misma cerradura, al igual que situaciones semejantes pueden dar como resultado una misma patología. Por ejemplo, en los pacientes que presentan dermatitis húmeda por lamido excesivo, lesión comunmente denominada “parche caliente”, se repite a menudo un cuadro situacional, que pasaré a describir:
1. Razas: caninos de raza grande, principalmente Golden retriever, Pastor alemán, Labrador o mestizos de pelo largo o doble pelaje.
2. Habitat: departamentos pequeños o casas con un patio o jardín de dimensiones reducidas.
3. Compañía: sus guardianes trabajan todo el día y los dejan solos, como los pacientes dependen de la compañía humana se agravan en estas situaciones.
4. Recreación: no realizan paseos con su guardián ni tampoco con un paseador, únicamente salen para defecar y orinar.
5. Sustitución: al pasar muchas horas sin compañía ni actividad, se aburren y descargan su frustración destruyendo su propio cuerpo.

Al realizar un cultivo de las bacterias que se encuentran presentes en el parche caliente, se aislan generalmente Staphilococcus (aureus e intermedius), los cuales son tan sólo gérmenes oportunistas, actores secundarios o de reparto dentro de esta patología cuyo trasfondo es más complejo. Limitarnos a reconocer únicamente esta realidad microscópica, es ver solo el árbol, perdiéndonos el bosque. El homeópata con su mente holística podrá ver mas allá de la barrera ilusoria que pone la piel, no caerá en la trampa y en el facilismo de creer que todo lo que brilla es oro. El escenario dentro de un teatro es fundamental para la comprensión de la obra, así como el ambiente familiar y el estilo de vida nos guían para vislumbrar la patología. Imaginémonos un canino preparado genéticamente generación tras generación para realizar ejercicios fuertes, largas caminatas, cazar durante todo un día, nadar por ríos o lagos, etc, hacinado en un departamento de uno, dos o tres ambientes en el mejor de los casos, aislado de sus compañeros de especie, sin poder jugar o realizar ningún tipo de descarga cinética, actividades necesarias para el normal funcionamiento de la fisiología del organismo. No se necesita ser médico veterinario para observar que este desencuentro entre lo que DEBE SER Y LO QUE ES, es un verdadero corto circuito en la vida del animal, que lo lleva a la enfermedad.

Antes de aspirar a la curación de un paciente, deben removerse los obstáculos a la curación, en otras palabras, quitar el palito de la rueda para que el remedio más similar al enfermo, logre alcanzar su capacidad curativa.
Revisando mi casuística personal he encontrado algunos patrones que se repiten, como por ejemplo:
1. Pacientes de buen carácter, no agresivos.
2. No presentan destructividad del entorno.
3. Se observa principalmente en caninos de edades comprendidas entre 1 a 7 años de edad.
4. La soledad y falta de recreación son factores presdisponentes muy importantes.
5. Son generalmente calurosos.

En los casos de trastornos obsesivo compulsivos (comportamientos anormales caracterizados por acciones repetitivas y persistentes, relativamente invariables, sin función obvia, que no parecen tener un objetivo ) he observado en varias oportunidades que además de los 5 puntos anteriormente descriptos, se suma un componente más, derivado de la interacción estrecha del compañero animal con el ser humano, por ser el paciente partícipe de las depresiones de su guardián, provocadas principalmente por las separaciones de pareja o por estar inmerso dentro de la violencia que se vive en el núcleo familiar.

El prurito, ardor y las diversas molestias que estos parches calientes producen, “tapan” el vacío que deja la soledad, la necesidad del juego con sus compañeros de especie o con los miembros de la familia, la desarmonía entre los miembros del sistema familiar así como el aburrimiento que provoca la vida cotidiana.
Si el núcleo familiar y el médico veterinario homeópata pueden trabajar en conjunto para mejorar la calidad de vida de nuestros compañeros de camino, ellos seguramente nos estarán eternamente agradecidos.