La Eutanasia en la medicina veterinaria, en algunos casos, está sometida a los deseos y caprichos que invaden a las personas que decidieron compartir su vida con otro animal y creen tener el derecho de tomarse la libertad de escoger hasta cuando el «compañero» debe conservar su vida. El término eutanasia proviene del griego EU, que significa BIEN y THANATOS, MUERTE, es el bien morir o tener una muerte dulce. En la mayoría de los casos, la excusa que argumentan para realizar este sacrificio, es la de evitar el sufrimiento que padece el animal….¿quién es el que está sufriendo realmente? ¿No será mas bien, el ser «humano» que no soporta ver a su compañero enfermo y necesitado de su afecto? Los recuerdos de aquellos maravillosos tiempos, donde todo era juego, proporcionando una gran felicidad verlo lleno de salud, ahora son tan solo sombras del pasado, grabadas en la memoria, que no permiten aceptar la realidad actual. La solución más rápida para no seguir sufriendo, es eliminar la causa. Esperemos que estos individuos no hagan lo mismo cuando vean a sus padres en los últimos años de vida.

Algunos Médicos Veterinarios se alejan del objetivo de su profesión, aferrándose muchas veces al camino más fácil, y sin pensar en otras opciones o soluciones, que no estén únicamente al servicio del guardián. El colega que colabora con los deseos del cliente, se convierte en un cómplice que ha perdido la sensibilidad , ya sea porque el pedido no le parece del todo incorrecto, o porque el “profesional“ lucra con la muerte, es decir, convierte un acto médico en una intervención mecánica, libre de fundamentos, con el objetivo de cobrar sus honorarios, que por cierto no son mínimos.

Los compañeros animales o pequeños animales que alegran los hogares, son seres sintientes, no son cosas o artículos desechables, hacen parte del universo, estan dentro del plan divino de la creación, como todas las criaturas de este mundo; y para continuar evolucionando, necesitan que respetemos el tiempo de vida que por su naturaleza se les ha otorgado, truncar su evolución o interrumpir su camino es una verdadera violación a los derechos de los animales.

¿Cuáles son los motivos que llevan al guardián para decidir cuando debe morir su “compañero”?

  1. Patologías que afecten el sistema nervioso tales como: Parálisis, convulsiones, incontinencia urinaria, tics permanentes, estados comatosos, etc. En la mayoría de estos problemas, se comienza el tratamiento y al no observarse cambios positivos en los primeros días, se decide realizar la Eutanasia, sin siquiera detenerse a pensar en cambiar la medicación, consultar con otro profesional o tener en cuenta que existen otras medicinas fuera de la convencional.
  2. Patologías que afectan la piel, que no matan al que las padece, pero fastidian al núcleo familiar por el fuerte olor y prurito que presentan:
  3. Alteraciones en el comportamiento: La agresividad es una alteración del comportamiento que frecuentemente es motivo de consulta. Después de recibir el paciente diversas medicaciones y tras la correspondiente derivación al etólogo, si no se ven resultados favorables en el corto o mediano plazo, el núcleo familiar se ve presionado a tomar una determinación definitiva. No hay que olvidarse que en muchos casos los animales que son agresivos, hacen parte de familias patológicas, dentro de las cuales han absorbido, día tras día, las emociones alteradas de sus compañeros humanos y como una esponja contienen toda esa información, que luego vuelcan en alguna situación de forma desmedida y ésta es censurada severamente, como aquel que ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
    Hay dos tipos de familias:
    Las familias violentas activas y explícitas (golpes, gritos , amenazas, etc. )
    Las familias violentas pasivas ( violencia emocional o verbal)
    En esta situación la violencia no se actúa en forma abierta pero igualmente quedan “heridos en el camino”, los profesionales deberíamos afinar nuestra percepción y no creer solo lo que ven nuestros ojos.
    En los casos en donde el núcleo familiar es el responsable de la conducta agresiva de nuestro paciente, realizar la Eutanasia de la pobre víctima, solo calmará provisoriamente el problema profundo de esa familia; muy probablemente si tienen hijos ellos serán propensos a los accidentes, o serán agresivos, niños contenidos, asmáticos o alérgicos.
    He tenido varios casos de animales agresivos que con el simple cambio del núcleo familiar y del ambiente, dejan las conductas agresivas. También encontrándose el remedio homeopático que corresponde a las características del animal, puede haber cambios sorprendentes eliminanándose la agresividad. Es cuestión de pensar en otras posibilidades, lo importante es abrirse a otras opciones y luego se puede dar un verdadero cambio que favorezca a nuestro compañero de aprendizaje.
  4. Animales viejos, sordos, casi ciegos o con dificultades para caminar.
  5. Personas que viajan a otro país o cambian de vivienda:
    Estas personas no pueden llevar a su compañero con ellos, creen que va a sufrir mucho si lo dejan a cargo de otros, y deciden tomar la determinación de matarlo, sin pensar que posiblemente pueda ser igualmente feliz con otras personas e inclusive mas aún.
  6. Cuando la enfermedad es grave, con pocas posibilidades de superarla y «se sufre mucho», pensando que después de tanta lucha y dolor, de todos modos su “animalito” puede morir. No deberíamos olvidarnos nunca, que lo único seguro desde el momento en que llegamos a este mundo, es que algún día tendremos que morir.
  7. Cuando la «situación familiar» derivada de la preocupación por la enfermedad del animal, «se hace insostenible».
  8. Para ahorrarle un «sufrimiento» al animal…
  9. Por que acepta el consejo de un «médico» veterinario.
  10. Por que el tratamiento es costoso.
  11. Por que considera el caso incurable.
  12. Porque el guardián lo pide.

Para que un médico veterinario, pueda tomarse la libertad de determinar cuándo puede arrebatarle la vida a otro animal, primero debe dejar de lado la soberbia que le hace creer que lo conoce todo y abrirse a la posibilidad de estudiar profundamente cada caso clínico, consultando con otros colegas y teniendo en cuenta que existen otras terapias, las mal denominadas alternativas, que dan excelentes resultados cuando el tratamiento convencional agotó todas sus herramientas. Hay que reconocer que nadie, absolutamente nadie, puede tener la certeza o la seguridad de que un paciente indefectiblemente es incurable. Existen curaciones de pacientes que de acuerdo con el diagnóstico de la entidad clínica, podían darse por perdidos y que aún siguen caminando por las calles.

Los perros y gatos que han vivido en contacto estrecho con el ser humano, alcanzan un nivel tan elevado de comunicación, que va más allá de las palabras; el tono de la voz, la mirada o los movimientos, son la forma más clara y directa de lenguaje, que ellos tienen para decifrar los pensamientos de su compañero. Hay un caso de la vida real que puede ejemplificar este fenómeno:
Una familia tenía un perro desde hacía 7 años, considerándolo parte del núcleo familiar, el canino llamado Lucas, presentaba convulsiones muy fuertes cada quince días, desde hacía tres meses; un buen día, el vecino que era médico «humano», opinó que deberían sacrificarlo, ofreciéndose él, para realizar este acto «heroico». Mientras el doctor comentaba su idea, Lucas se encontraba presente, y para la sorpresa de todos, se dio por aludido y desde aquel momento nunca más dejó que volviera a entrar este “profesional“ a la casa; cuando pasaba por delante de la puerta, le ladraba con fuertes amenazas de morderlo.

Lucas aún vive y se encuentra libre de los episodios convulsivos, gracias a las bondades y virtudes de la MEDICINA HOMEOPÁTICA.

El Médico Veterinario debe hacer un esfuerzo por educar a sus clientes y concientizarlos de que sus compañeros no son artículos desechables, que se eliminan cuando dejan de hacer piruetas. No debemos olvidarnos que solo aquel que da la vida, tiene el derecho de quitarla. Hay que abrir muy bien los ojos, ver todas las opciones antes de decidir el tiempo de morir de un animal. No tenemos el derecho de tomarnos tan relajadamente semejante responsabilidad. Cada ser vivo tiene su tiempo para nacer y el momento en que debe morir, dentro de un equilibrio universal que nosotros como seres humanos poseedores de un conocimiento limitado, no alcanzamos a vislumbrar.

Los remedios homeopáticos ayudan a llevar una muy buena calidad de vida en los enfermos incurables o terminales, acompañándolos a transitar el camino de la vida hacia la muerte de una manera suave y en armonía con las leyes de la naturaleza, de esta forma los Médicos Homeópatas contenemos a nuestros pacientes conduciéndolos por el camino de la evolución.

“Toda entidad viviente tiene el derecho de existir y de recibir alivio y atención hasta su último instante, de alcanzar «su propio fin», su muerte natural, siendo esta la única y verdadera forma de “bien morir.”