Historias clínicas

[Case intake in veterinarian medicine. Part ii]
[Clinical histories]

María Carolina González Gómez
Alberto Dupuis

Resúmen

En el presente artículo los autores exponen tres historias clínicas que ejemplifican la metodología utilizada por ellos para la toma del caso en medicina veterinaria.

Summary

In this article the authors put forward three clinical histories, that are example of the method we used in the intake of the case in veterinarian medicine.

Introducción

Considerando que la mejor forma de corroborar una hipótesis es demostrándola, describiremos a continuación algunos casos clínicos que a nuestro entender confirman la presunción de que el éxito en la correcta elección del medicamento homeopático se basa en la repertorización exclusiva de los síntomas característicos individualizantes presentes en el paciente, sin incluir en la misma otros síntomas generalmente comunes, por ser estos últimos, la mayor parte de las veces, de carácter subjetivo. Si los mismos fueren tenidos en cuenta, no harían más que «tentarnos» para elegir el supuesto «medicamento de la forma de ser» del animal, como si determinarla fuese tan sencillo tratándose de un perro o un gato…

Asimismo, insistimos en no dejarnos llevar por el facilismo de prescribir guiándonos por los signos de la patología o entidad nosológica actuante, ya que tal generalización solo provocará, en el mejor de los casos, una mejoría parcial del enfermo. Si el ideal de la Homeopatía es la CURACIÓN de los seres sufrientes [con todo lo que ello implica], debiendo el médico basarse en una filosofía y doctrina claramente explicadas, con lineamientos metodológicos precisos para saber cómo actuar ante cada situación, ¿porque no hacerlo?

Caso No. 1 [Alberto Dupuis]

Me contactaron telefonicamente para que vaya a ver a «Anita», gata de 16 años. Su familia humana solo pretendía que muriese «dignamente», pues los demás veterinarios la habían deshauciado y sus guardianes [1] no eran partidarios de la eutanasia. El 25-01-98, acudí al depto. en el que convivían el matrimonio M. y Anita . El diagnóstico del mal que tenía tan afectada a la gatita era osteosarcoma del fémur izquierdo, de aprox. 8 meses de evolución. En aquel entonces, la paciente había comenzado a declinar progresivamente, presentando al momento, de la consulta: hipertermia de 40,5 C, anorexia, adipsia y un marcado decaimiento psicofísico. Estaba recibiendo terapia de sostén: soluciones para hidratación parenteral, vitaminas del grupo B y diazepam [como orexígeno], sin resultados favorables. La propuesta realizada meses atrás por el colega actuante en aquel momento, de amputar el miembro posterior izquierdo como medida radical, había sido rechazada de plano por el matrimonio M.

Recopilé los síntomas de casi toda una vida felina. Anita fué recogida a los 2,5 años de vida de un estacionamiento. Se adaptó inmediatamente al nuevo hogar, manifestándose muy dulce, cariñosa, buscadora insaciable de caricias, ronroneando y refregándose siempre en las piernas de las personas, inclusive en las de los visitantes, intentando subirse «a upa» de los mismos. Muy limpia, compañera, de buen apetito y poca sed. No soportaba estar tapada con cobijas, ni se acercaba a las fuentes de calor en invierno.

Como dato anecdótico, vale destacar que la sra. M., lloró casi toda la consulta al relatar las características de Anita.

Los síntomas acompañantes del cuadro presente eran los siguientes:

  1. Apartada, con expresión incierta, no buscaba mimos ni compañía, pero tampoco los rechazaba, sin mejorar ni empeorar su estado anímico por los mismos [Indiferencia, fiebre durante]
  2. Total ausencia de sed [Sed, ausencia de, calor febril durante]
  3. Solamente se acostaba del lado izquierdo, sobre el miembro afectado [ Acostado, lado doloroso mej.]
  4. Cada 20 o 30 minutos aprox., salía de su quietud, se incorporaba y estiraba reiteradas veces ambos miembros posteriores [Estirándose mej.]

No tuve en cuenta la anorexia, síntoma paraneoplásico común, más aún tratándose de un paciente felino.

Prescribí Pulsatilla 200, una toma diaria en método plus, explicando a priori al matrimonio M. que si la energía del animalito era muy débil, solo podíamos esperar un desenlace fatal. Solicité que me llamasen por teléfono cuando hubiera novedades. Al día siguiente, una voz llorosa, pero llena de júbilo, me comentó telefonicamente que luego de la primera toma del medicamento, Anita volvió «a ser la misma de antes» , comía, se acicalaba, se había «conectado» con su entorno. Con prudencia oculté mi satisfacción y expliqué sobre una posible recaída final…

Actualmente [año 2003], perdí contacto con la familia M., con quienes mantuve comunicaciones telefónicas cada 2 o 3 meses aprox. Anita padecía recaídas mínimas, superadas con potencias crecientes de Pulsatilla. Volví a ver a la paciente el 13-3-00, encontrándose en perfecto estado psicofísico y con su tumoración estable. Los llamados telefónicos se espaciaron, enterándome por terceros que Anita seguía bien a mediados del año 2002.

Aprendizaje del caso: si bien se trataba de una paciente con su energía vital conservada y una constitución mórbida coherente, capaz de manifestar síntomas modalizados correspondientes a su supuesto medicamento constitucional, aún padeciendo una afección lesional irreversible, la historia de Anita nos permite analizar los siguientes puntos:

  1. Se tuvieron en cuenta para la repertorización los últimos síntomas característicos aparecidos [uno mental y tres generales], acompañantes de la entidad nosológica actuante, independientemente del tipo de afección y de su localización, tal como lo indica la doctrina homeopática.
  2. No se tuvo en cuenta la patología [afecciones cancerosas], ni un síntoma paraneoplásico común [anorexia].
  3. No se tuvo en cuenta la localización de la patología [tejido óseo].
  4. No se conjeturó sobre hipotéticos medicamentos específicos para el cáncer, o complementarios de pulsatilla aparentemente «mejor indicados» para problemas óseos [silicea, calcarea carbónica]

Comentario final: al preguntarle a la sra. M. sobre el medicamento homeopático que ella había tomado en su momento y que tanto bien le había hecho [en realidad, gracias a dicha situación acudieron a mí], buscó el frasquito y leyó «Anémona pratensis 10 M.» Ah., respondí, guárdelo que quizás en un futuro lo necesite Anita, ¿le parece doctor?, ¿el mismo remedio? Nunca se sabe, contesté…

Caso No. 2 [Carolina González]

El día 3-04-02 concurrió al consultorio «Duque», perro de raza G. Danés, de 6 meses de edad. El motivo de consulta APARENTE era un problema de piel con diagnóstico de demodeccia juvenil, rebelde al tratamiento convencional realizado hasta el momento. Recuerdo que cuando llegó, se paró temblando como una hoja en la puerta de la veterinaria, pues para él, estar en la calle significaba una amenaza de muerte; inclusive, cuando le mostraban la correa para salir de paseo, se escondía. Una vez en el exterior, ni siquiera toleraba ver a una persona extraña por la vereda. Durante el interrogatorio homeopático, se rescataron las siguientes características destacadas en su forma de ser, síntomas que conformaban «lo digno de curar»en Duque.

  1. Temor a salir de su casa
  2. Temor a las personas extrañas
  3. Temblores por temor

El resto de los síntomas mentales obtenidos no individualizaban al paciente, no había generalidades llamativas y las lesiones demodécticas de su piel eran las esperables para tal afección [localizadas y sin complicaciones].

El medicamento más similar hallado fue Sepia. Se recomendó a sus guardianes que le dieran una monodosis de la potencia 200 en ayunas. A los 3 días de haber ingerido la única toma del remedio, Duque se había «transformado». Se sorprendieron al verlo salir a la calle tan seguro y decidido, tanto que ahora el paseo le apasiona y… ¡tienen que arrastrarlo para que vuelva a la casa!

Aprendizaje del caso:

  1. Se eligió el medicamento siguiendo los lineamientos doctrinarios de jerarquía de síntomas [primero los mentales: claros, característicos, objetivos, carentes de interpretaciones subjetivas], aunque el motivo de consulta fuesen lesiones en piel.
  2. La mejoría en el plano mental fue inmediata, siendo esperable que la piel también mejorara en el corto o mediano plazo. Se mantuvo contacto telefónico con la familia del paciente durante 3 meses, lapso durante el cual sus guardianes manifestaron su amplia satisfacción por cambio mental persistente logrado con una sola dosis de medicamento, pero, lamentablemente, como era un paciente derivado se mostraron reticentes a abandonar el tratamiento a base de antibióticos [cefalexina] y acaricidas de uso interno y externo [ivermectina y amitraz respectivamente] prescritos por el dermatólogo veterinario…
  3. No se especuló con la ausencia de otras características mentales del medicamento no presentes en el paciente [indiferencia afectiva, aversión a jugar, etc.], ni con la supuesta indicación preferencial de sepia para animales del sexo femenino.

Comentario final: la demodeccia canina está en permanente estudio y revisión, atribuyéndosele especial importancia al sistema inmune en su patogenia. Inclusive, en algunos textos convencionales de dermatología veterinaria, se menciona al distrés como causa predisponente y/o disparadora del problema. Personalmente, es rara la vez que no encuentro una causa emocional en los casos de demodeccia. En Duque, el temor le hacía padecer un estrés permanente que afloraba como enfermedad por su piel. Esperemos que el dermatólogo lo vea también así…

Caso No. 3: [Carolina González]

«Hillary» es una hermosa perra Ovejero Alemán blanco, nacida en Ohio, U.S.A., que llegó a Bs. As. hace aprox. 2,5 años. Marita, su guardiana, relata las actitudes de la paciente desde que la recibió en el aeropuerto: «una vez desembarcada del avión, presentó un marcado rechazo a salir de la caja transportadora; luego de forzarla a abandonar su guarida, se adhirió practicamente al piso con todo el cuerpo. El pánico de su mirada evidenciaba algún trauma sufrido posiblemente durante las 18 hs. de vuelo, o quizás, previamente a tal acontecimiento. Llamarla por su nombre era vivido por ella como una amenaza, orinándose del susto. El periodo de adaptación fue largo. Tomó casi un mes para que aceptara el acercamiento de alguien que le diera de comer en la boca. Continuó orinándose durante varios meses cuando la llamaban, siguiendo tal cual su andar agazapado. Lo más llamativo en Hilary eran sus temores: no soportaba a los extraños, le temía a los demás perros; los ruidos fuertes, los gritos, las frenadas y demás sonidos de la calle la paralizaban. En las salidas al campo, trataba siempre de tapar su olor con excretas de otros animales [esto es común para la especie canina, pero no todos los individuos lo hacen]»

Con el amor, paciencia y cuidados brindados por Marita y Fabián, Hillary logró aceptar a los extraños [al momento de la consulta no escapaba y solo agachaba la cabeza cuando la saludaban], pero la expresión de su mirada y su temor no habían cambiado; algunas personas la creían «tonta», siendo totalmente diferente a los compañeros de su raza, ¿nunca vieron un ovejero blanco así !. La característica más llamativa de la paciente, era el cambio notable que se producía en su comportamiento durante la noche. En ese horario estaba alerta, se paraba en sus 2 patas traseras, ladraba, olfateaba activamente y ¿hasta jugaba!. Este despertar comenzaba a las 19 hs. aprox.. Otro síntoma que les llamó la atención a sus guardianes, es que eliminaba gran cantidad de gases, pero sin olor.

Estudiando detenidamente el caso, y sin datos anamnésicos causales [¿qué pasó en Ohio?, y ¿durante el viaje?], decidí repertorizar los siguientes síntomas característicos:

  1. Embotamiento, anochecer mejora
  2. Anochecer mejora
  3. Flatos inodoros

Estos 3 síntomas fueron suficientes para descubrir quien era la paciente, encontrándose a agaricus muscarius como medicamento más apropiado, el cual, aunque es poco usado en la práctica cotidiana, fue la sustancia más semejante a la paciente, despertándola del estado de adormecimiento que la hacía parecer una «tonta». A los 15 días de tomar el remedio comenzaron a observarse cambios en Hillary: durante los paseos soportaba los ruidos fuertes, con postura normal del cuerpo y orejas. Paulatinamente siguió mejorando, a los 3 meses de comenzado el tratamiento, no mostraba temor hacia los extraños, salía a pasear sin correa, no temía más a los otros perros. En la jerarquía social de la casa, había dejado de ser sometida por otra de las perras, mostrándose sociable. Actualmente está activa todo el día, alegre y vivaz, no revolcándose más sobre excrementos cuando sale al campo. La expresión de su rostro es otra, recuperó la ESENCIA, muestra las virtudes de su raza como lo hacen los demás perros. Gracias a la Homeopatía, que logró CURAR el profundo cambio de comportamiento que se presentaba entre el día y la noche, Hillary recibe actualmente la luz del Sol de la mañana, habiendo logrado salir de la oscuridad de su historia y de la noche, pudiéndose expresar hoy libremente durante todo el día.

Aprendizaje del caso:

  1. Solo se tuvieron en cuenta síntomas característicos objetivos que no se modificaron con el paso del tiempo.
  2. No se especuló sobre la presunta causa remota del problema que presentaba la paciente [malos tratos, encierro, etc.], ni se consignó el hipotético temor provocado por el viaje en avión como trastorno desencadenante del problema.
  3. No se consideraron los síntomas del carácter [siempre subjetivos] tales como: confianza, falta de en sí mismo; timidez; cobardía; desvalido…

Comentario final: tan solo con una modalidad horaria bien marcada y un síntoma peculiar se pudo arribar al medicamento curativo en un caso bastante «oscuro». Si hubiese incorporado síntomas no modalizados [los comunes del carácter], síntomas supuestos [trastornos por…] y/o síntomas no fijos en el tiempo [temor a extraños,sensibilidad a ruidos], agaricus no hubiera surgido y…probablemente Hillary tampoco.

Conclusiones y comentarios

Consideramos que las historias clínicas resumidas en los párrafos precedentes son lo suficientemente representativas como para demostrar que los conceptos expresados en los parágrafos correspondientes a la toma del caso en el Organon de S. Hahnemann , contienen la llave que nos permitirá abrir las puertas del conocimiento, logrando así, en un mayor porcentaje de casos, mejorar la salud de los enfermos, de una forma «suave, pronta y duradera…»

[1] Nos parece más apropiado utilizar el término GUARDIÁN para referirnos al humano que convive con el paciente, que el de amo o propietario…